El hombre no solo es un pedazo de barro, todos aspiramos a la luz y está en cada uno de nosotros deshacerse de sus tinieblas.
Laberinto intrincado de líneas y destellos de color, símbolo del caos que confecciona la imagen como único pretexto para hablar del extravío y la soledad del hombre, las emigraciones y el espacio invadido donde gravitan los seres idos, más allá de la música, en el otro hemisferio del cerebro.
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